Este es el título parafraseado de un artículo de Fusco et al. (2023). Los autores realizan una revisión sistemática de la literatura de los estudios publicados entre 2010 y 2020 y encuentran que entre los 79 artículos revisados:
La mayoría de las publicaciones encontró que, independientemente del área de la enfermedad, el aumento de los costos compartidos se asoció con una peor adherencia, persistencia o interrupción del tratamiento. Los datos agregados sugieren que cuanto mayor sea el costo compartido, menor será el cumplimiento. Entre los estudios que examinaron los resultados clínicos, el costo compartido se asoció con peores resultados en un estudio, y los 3 restantes no encontraron diferencias significativas. Hablando de URU [healthcare resource utilization], el mayor costo compartido tendió a una menor utilización de pacientes ambulatorios y una mayor utilización de pacientes hospitalizados. La evidencia disponible sugiere que una mayor participación en los costos tiene un impacto general neutral a negativo en los costos generales. Los estudios para eliminar los copagos han mostrado un impacto reducido o nulo en los costos generales.


Hay dos desafíos con el artículo (i) sesgo de publicación y (ii) medición de costos compartidos. Con respecto a lo primero, ¿es menos probable que se publiquen artículos que no muestren un vínculo entre la distribución de costos y el cumplimiento, la HRU y los costos? Posiblemente. Si bien este sesgo probablemente afectaría las estimaciones puntuales, parece lógica y empíricamente muy fuerte que un mayor costo compartido reduce la adherencia y aumenta las admisiones de pacientes hospitalizados. El sesgo de publicación puede tener un mayor impacto en los otros resultados medidos (es decir, resultados clínicos y costos). El segundo desafío es que los costos compartidos se pueden medir de diferentes maneras en los estudios. Los autores mencionan que el tipo y el alcance de los costos compartidos difieren en los estudios. Sin embargo, lo que es más importante, la relación entre los costos compartidos y los resultados es difícil de medir empíricamente porque uno quiere medir la estructura de costos compartidos que enfrenta un paciente; Si no obtiene un medicamento porque el costo compartido es demasiado alto, los copagos observados en los datos son $0, pero el costo compartido real que enfrenta es grande. Por otro lado, si una persona tiene un copago bajo, puede optar por surtir el medicamento y el copago observado (medido en derechos) sería alto incluso si el diseño del beneficio es muy generoso. Debido a que los datos de derechos incluyen solo los montos pagados y no la estructura de beneficios de un paciente, se requieren soluciones econométricas creativas, o datos que combinen el diseño de derechos y beneficios, para estimar con mayor precisión la relación entre los costos compartidos y los costos. No obstante, al realizar una revisión sistemática de la literatura de estos estudios, Fusco y los coautores brindaron una importante visión general para que los investigadores evaluaran estos temas con más detalle para estudios individuales.